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La tradición mirófora & el arte de la unción

La tradición mirrófora: Conoce a las Amas De Los Aceites y el linaje sagrado de los portadores de la mirra


En un Tiempo anterior a éste...


Surgió una tradición de Medicina Celestial en la Tierra de Khem. Esta medicina anclaba el Alma y el Espíritu a través del cuerpo, apoyaba al Alma en su transición en el momento de la muerte, y estaba dedicada a los caminos Iniciáticos del Humano Divino.


Esta energía c ósmica se lograba a través de la pronunciación de palabras de poder, la unción con aceites sagrados, y la invocación al Espíritu - las Redes Sagradas - latentes en el cuerpo humano. El Arte de la Unción es un arte del templo más famoso empleado por María Magdalena en su unción de Jesús antes de su crucifixión.


Ungir no es sólo tocar el cuerpo, sino tocar el alma.

Decir palabras de poder, curación e iluminación en las profundidades de la materia.

Invocar al Espíritu Santo para que resida en el Ungido.

"Cristo" significa "Ungido".


Era el arte antiguo de ungir e iluminar el papel sagrado del Miróforo por la Sacerdotisa o Sacerdote de los Aceites Sagrados.


Algunos de los orígnes remontan a las "Sacerdotisas Serpientes" originales y cómo trabajaron con las plantas sagradas para iluminar la Sabiduría del Cosmos. Unían las energías de Gaia y las celestiales.


Comprendían el cuerpo humano como un microcosmos de la Conciencia de Gaia; cómo los cuerpos humano, planetario y celestial están conectados a través de centros de energía sagrados tanto en la Tierra como en la forma humana, que pueden ser activados con ciertos aceites y rituales especiales de unción.


Transmitían los principios fundamentales del Arte de la Unción, incluyendo las alineaciones celestiales, el poder de las palabras y la activación del sistema endocrino a través del tacto sagrado.


La tradición mirrófora: las Amas De Los Aceites y el linaje sagrado de los portadores de la mirra


Las mirróforas son un antiguo y secreto grupo de mujeres que trabajan con aceites sagrados por el bien de todos.


La tradición mirrófora surgió de la "medicina celestial" que se practicaba en los templos del antiguo Egipto. La medicina celestial se basaba en la relación ritual entre los acuerdos planetarios (conocidos como la ley del semejante) y las firmas de la constitución corporal, las dolencias y los remedios que las curarían. Era una forma de curación compleja pero poderosa.


Las mirróforas, también conocidas como portadoras de mirra o dueñas de los aceites, eran sacerdotisas expertas en ayudar a las personas que se acercaban a la muerte; también curaban cuando era necesario. Su principal labor curativa consistía en realinear a las personas con su verdadera esencia anímica y curar las heridas del alma causadas por acontecimientos no sólo de esta vida, sino también de vidas anteriores. Para ello, como su nombre indica, utilizaban aceites.


Estas mujeres eran hijas de sacerdotisas, por lo que formaban parte de un linaje sagrado. Su formación en el templo comenzaba cuando llegaban a la pubertad, momento en el que se les enseñaba a trabajar con la energía a través de una serie de iniciaciones en alquimia, energía y trabajo de muerte y muerte (transición).


Para garantizar que el corazón de los misterios se mantuviera y estuviera en buenas manos, la fe, la devoción y la integridad de los mirróforos se ponían a prueba constantemente. La mirrófora más famosa fue María Magdalena, y la Biblia contiene muchos ejemplos tanto de su trabajo como del de sus hermanas mirróforas, especialmente durante la crucifixión.


Los atributos modernos de los mirróforos


Las mirróforas siguen siendo sacerdotisas curanderas de una forma u otra y practican bien la medicina energética. Utilizan su visión interior (los ojos del espíritu) para leer los campos de energía, así como para evaluar el sistema energético central de sus clientes, con el fin de curar y sanar el espíritu y el alma.


Una de las primeras lecciones que debe aprender un miróforo es acceder al Nous, que es la sabiduría del corazón y del alma. Es la base de todo lo que aprendemos y comprendemos al trabajar con el alma. Es la inteligencia divina que vive dentro de nosotros y que procede de Dios.


Los griegos la llamaban metis: una inteligencia intuitiva que a menudo se atribuye a las mujeres. Los aceites sagrados nos conectan con la energía de lo Divino.





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