Portadores de la Llama - Mensaje de la Madre Ana
Amados hijos de la Luz, soy Ana, la matriarca, la portadora de la presencia Divina Femenina en el linaje Crístico. Vengo a vosotros sosteniendo la llama eterna del amor. Desde Jerusalén hasta Avalon, estas son las antiguas tierras donde enraicé los sagrados misterios y guié a aquellos que recordaban su verdadera vocación. Ahora que os encontráis en el umbral del despertar de vuestra alma, os ofrezco mi espacio.
Escuchadme, queridos, porque hablo a la parte más profunda de vosotros: el lugar donde reside la verdad, el lugar donde vuestro corazón recuerda. Lleváis dentro la semilla de Cristo, la semilla del potencial infinito, plantada en el suelo de vuestra alma antes de que comenzara el tiempo. Esta semilla es la esencia misma de lo Divino, una chispa viva del Gran Creador, insuflada para cumplir un propósito sagrado en esta Tierra.
Cada uno de vosotros es parte del Plan Divino, un hilo de luz luminosa que no puede ser reemplazado o replicado. Fuisteis elegidos, amados, para estar aquí en este tiempo, para ser parte del despliegue de esta gran era de transformación. Tu alma vino con una misión, una llamada que te susurra en los momentos tranquilos, en la quietud de tu corazón.
Algunos de vosotros habéis olvidado esta llamada, perdidos en el ruido del mundo, en las distracciones e ilusiones que os alejan de vuestro centro. Pero estoy aquí para recordarles que esta semilla sagrada que llevan dentro nunca se pierde, nunca disminuye. Espera pacientemente a que dirijas tu mirada hacia tu interior, a que la alimentes con las aguas de tu devoción, a que le permitas florecer en la plenitud de lo que estás destinado a ser.
La semilla de Cristo dentro de ti contiene el plano del propósito de tu alma. Es la clave para liberar tu potencial más elevado, para entrar de lleno en el papel divino que has venido a encarnar. Tu propósito no es algo que debas esforzarte por crear o buscar fuera de ti; ya está escrito dentro de ti, codificado en tu propio ser.
Como abuela de Yeshua, le vi crecer y vi cómo la semilla de Cristo florecía en él, igual que está floreciendo en ti. Su vida no fue una lucha, sino una entrega a la voluntad divina, un ceder al poder que ya estaba vivo en él. Tú también estás llamado a rendirte, a confiar en que la semilla sagrada que hay en ti conoce el camino.
La semilla de Cristo dentro de ti no es sólo tu potencial, sino tu conexión con el infinito. Es tu recuerdo de que no estás separado de lo Divino, sino que eres una expresión de ello. Eres las manos, los pies, la voz de la Divinidad en este mundo. Cada acto de amor, cada momento de compasión, cada susurro de verdad es una expresión de esa semilla que cobra vida dentro de ti.
Sepan esto, amados: No recorres este camino solo. Estás rodeado por los ancestros, por los que vinieron antes que tú, que pavimentaron el camino con sus oraciones y su amor. Yo, Anna, te llevo en mi corazón, y camino a tu lado mientras despiertas a la verdad de quien eres.
En el Templo de Maryam, mantuvimos viva la llama de la Divinidad Femenina, transmitiéndola de generación en generación, y ahora os la transmito a vosotros. Vosotros sois los portadores de esta llama, los portadores de la luz en un mundo que necesita tan desesperadamente vuestro resplandor. No dudéis de vuestro lugar en el Plan Divino. Estáis exactamente donde necesitáis estar, y estáis preparados para cumplir el propósito para el que vinisteis.
Deja que tu corazón se abra ahora, amado. Deja que los muros que has construido alrededor de tu alma caigan. Siente la presencia de lo Divino dentro de ti, pulsando con vida, llamándote a casa. Este es tu momento. Este es tu momento para entrar en la plenitud de lo que eres, para permitir que la semilla de Cristo dentro de ti florezca en su máxima expresión.
Eres el recipiente sagrado de lo Divino. La misión de tu alma no es una carga, sino una bendición. Es el cumplimiento de la llamada más elevada del amor, el despertar de la semilla de Cristo dentro de ti. Acógela. Aliméntala. Déjala crecer y observa cómo tu vida se convierte en una oración viviente, una expresión eterna de la Divinidad que reside en ti.
Con el amor más profundo, os bendigo, queridos. Los sostengo en el abrazo eterno de la Madre Divina, y camino con ustedes mientras despiertan a su propósito sagrado. Sois amados y necesitados en este mundo.
Despierten ahora, porque la semilla de Cristo está lista para florecer dentro de ustedes.
Madre Ana
Canalizado por Ana Otero
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