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💨 Prana y el Kriya Yoga

💨 Prana es la energía o el flujo vital. La manifestación de la consciencia universal que anima la materia y se expresa en el universo según el nivel de vibración de las formas que existen dentro de éste; es el soporte de la vida.


El pranayama (control de la fuerza vital) desde el Kriya Yoga traido al Occidente por Yogananda, dice que es el eslabón entre la materia y el Espíritu. Por medio del Kriya Yoga, la mente se purifica de los obstáculos sensoriales, como dijo Sri Yukteswar, Guru de Yogananda. En el último año vengo practicando algunas Kriyas y me ha fascinado. De hecho, me gusta mucho más que la técnica de respiración de Wim Hof, la cual también probé.


El prana tiene muchos niveles de significado, abarcan desde la respiración física hasta la energía de la conciencia misma. De hecho, el universo entero es una manifestación de prana. Hasta el shakti kundalini, el poder o energía interna en forma de serpiente que transforma nuestra conciencia, se desarrolla a partir del prana despierto.


Ligado al elemento aire, derivada principalmente del oxígeno que respiramos. En un nivel sutil, el elemento aire corresponde al sentido del tacto, donde nos sentimos vivos y somos capaces de transmitir nuestra fuerza vital a los demás.


Kriya Yoga: la técnica suprema para la realización divina

Del legado sapiencial de Paramahansa Yogananda


Esta técnica suprema de liberación espiritual, que comenzó a diseminarse desde una cueva secreta del Himalaya, se extiende ahora por todas las tierras, ayudando a los buscadores de Dios del mundo entero a avanzar espiritualmente lo más rápido posible hacia la meta de la comunión personal y directa con Dios.


Paramahansa Yogananda enseñó sobre la naturaleza, el papel y la eficacia del Kriya Yoga como la técnica preeminente de salvación, enviada a la tierra por Dios y los grandes Maestros como un designio especial para esta era.


Fue a la edad de treinta y tres años cuando Lahiri Mahasaya vio el cumplimiento del propósito para el cual había reencarnado en la tierra: encontró a su gran maestro Babaji, cerca de Ranikhet en el Himalaya, y recibió de él la iniciación en Kriya Yoga.


Este afortunado evento no benefició solamente a Lahiri, sino que fue un momento afortunado para toda la raza humana. El más elevado arte del yoga, que permaneciera perdido y largamente olvidado, fue traído otra vez a la luz.


Su singularidad como profeta descansa en su esfuerzo práctico para establecer un método definido, el Kriya, con el fin de abrir por primera vez las puertas de la libertad del yoga a todos los hombres. Sin considerar los milagros de su propia vida, el Yogavatar llegó ciertamente al cenit de todas las maravillas al reducir las antiguas complejidades del yoga a una efectiva simplicidad, al alcance de la comprensión ordinaria.


«La unión con Dios —proclamó el Yogavatar— es posible por medio del propio esfuerzo personal y no depende de creencias teológicas ni de la voluntad arbitraria de un Dictador Cósmico».

Por medio de la llave de Kriya, quienes no pueden llegar a creer en la divinidad de ningún hombre conocerán, al fin, la plenitud de la divinidad de su propio ser. Se trata de una ciencia antigua.

Durante el descenso del hombre de una Edad Espiritual a una Edad Material, el conocimiento de la ciencia del yoga declina y permanece en el olvido. [...] En la presente Edad Atómica que asciende de nuevo, la indestructible ciencia del Raja Yoga está renaciendo en la forma de Kriya Yoga por la gracia de Mahavatar Babaji, Shyama Charan Lahiri Mahasaya, Swami Sri Yukteswar y sus discípulos. [...]

Como un divino designio especial, a través de Cristo, Krishna, Mahavatar Babaji, Lahiri Mahasaya y Swami Sri Yukteswar, fui yo escogido para difundir la ciencia del Kriya Yoga en el mundo entero a través del yoga original de Krishna unido al cristianismo original de Cristo, tal como se hallan representados en las enseñanzas de Self-Realization Fellowship.


Fue a petición de Mahavatar Babaji (a quien siempre percibo unido a Krishna en Espíritu), de Cristo y de mi gurú y paramgurú, y con las bendiciones de ellos, que fui enviado a Occidente y emprendí la tarea de fundar Self-Realization Fellowship, a fin de que se convirtiese en el instrumento para preservar la ciencia del Kriya Yoga y diseminarla por el mundo entero.


El Kriya Yoga se centra en la verdad, no en el dogma sectario

Las enseñanzas de Lahiri Mahasaya son apropiadas sobre todo para la época moderna, porque no requieren que uno crea de manera dogmática, sino que, mediante la práctica del Kriya Yoga, cuyas técnicas son de probada eficacia, se descubre por experiencia propia la respuesta a la eterna pregunta, «¿Cuál es la verdad?», acerca de uno mismo y de Dios.


La verdad no consiste en una determinada teoría, ni en un sistema de especulación filosófica, ni en una concepción intelectual. La verdad consiste en una perfecta concordancia con la realidad. En el caso del ser humano, la verdad consiste en el conocimiento inalterable de su propio Ser, de su naturaleza real, que es el alma.


El Kriya Yoga no sólo señala la ruta universal de ascensión del alma al Espíritu, sino que proporciona a la humanidad una técnica que puede emplearse diariamente, y a través de cuya práctica el devoto, con la ayuda de un gurú, puede entrar de nuevo al reino de Dios. Una enseñanza teórica sólo conduce a otra, pero todo practicante fiel de Kriya Yoga comprueba que éste es el método más rápido y el camino más corto para llegar al reino del Espíritu.


La ciencia del pranayama (control de la fuerza vital) de Kriya Yoga

La fuerza vital es el eslabón entre la materia y el Espíritu. Al fluir hacia fuera, revela el mundo falsamente atractivo de los sentidos; si se invierte hacia dentro, atrae la conciencia a la bienaventuranza del Espíritu, la cual brinda eterno contentamiento.


Con la ayuda de una técnica científica de pranayama [tal como Kriya Yoga], el yogui alcanza finalmente la victoria en sus esfuerzos por invertir el flujo de la energía vital, que se hallaba dirigido hacia fuera y volcaba la conciencia externamente en la actividad de la respiración, del corazón y de las corrientes vitales atrapadas en los sentidos; el yogui entra así en el tranquilo y natural reino interior del alma y el Espíritu.


Mediante una técnica —tal como Kriya Yoga— con la cual puede controlar de modo consciente los procesos vitales que atan la conciencia al cuerpo (aquietando el corazón y la respiración), el yogui establece su ser en la sabia y eterna percepción del Espíritu, que se manifiesta en el centro espiritual de la conciencia cósmica situado en el cerebro. El yogui que puede cambiar el centro de su conciencia, desplazándolo del sensible cuerpo al trono cerebral del Espíritu, centra finalmente su conciencia en la omnipresencia y alcanza la Sabiduría Eterna.


La práctica del Kriya Yoga aporta paz y bienaventuranza

[Sri Yukteswar dijo a Yogananda:] «Una vez que, por medio del Kriya Yoga, la mente se purifica de los obstáculos sensoriales, la meditación proporciona una doble prueba de Dios. El gozo siempre renovado es una evidencia de su existencia, que nos penetra hasta los átomos. Y también en la meditación uno encuentra su guía instantánea y su adecuada respuesta a cualquier dificultad».


La ciencia del Kriya Yoga se hizo conocida a nivel mundial en 1946 con la publicación de «Autobiografía de un yogui» de Paramahansa Yogananda. En el libro, él relata la siguiente conversación que mantuvo años atrás con su Gurú: «Yogananda —me dijo Sri Yukteswar con una gravedad nada usual en él—, desde tu nacimiento has estado rodeado por discípulos directos de Lahiri Mahasaya.


El gran maestro vivió su vida sublime en un retiro parcial y con tesón rehusó permitir a sus seguidores que formaran organización alguna alrededor de sus enseñanzas. Sin embargo, hizo una muy significativa predicción: “Cincuenta años después de mi muerte, se escribirá un relato de mi vida, debido al gran interés que el yoga despertará en Occidente. El mensaje del yoga circundará todo el globo y ayudará a establecer la hermandad entre los seres humanos, cuya unidad estará basada en la percepción directa de Dios como el Padre Único”. Hijo mío, Yogananda —prosiguió Sri Yukteswar—, tú debes cumplir con tu parte, difundiendo este mensaje y escribiendo sobre esa vida sagrada». En 1945, cincuenta años después de la desaparición de Lahiri Mahasaya, ocurrida en el año 1895, se concluyó el presente libro. Y no puedo menos que admirarme por la coincidencia de que también el año 1945 marcó el comienzo de una nueva era, la revolucionaria era de la energía atómica. Todas las mentes pensadoras, ahora más que nunca, se vuelven hacia los problemas urgentes de la paz y de la hermandad [...].




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