Ha llegado el tiempo de hablar de lo masculino herido desde un nuevo lugar: integrarlo, escuchar lo no escuchado, y mirar lo que nos han ocultado.
¿Sabías que en tiempos originales la energía masculina en varones y mujeres era iniciada a las 52 lunas de vida por la bendición de lo femenino y masculino? ¿Sabías que a los dieciséis años varones y mujeres tenemos un encuentro con ambas energías y esto significa un rito de iniciación poderoso a la creatividad?
La danza de nuestra experiencia humana es un constante reencuentro de nuestras dos energías de intento: masculina y femenino. Pero la narrativa que llevamos por cerca de dos mil años es a favor de un único arquetipo: el guerrero con sed de poder y control. Y en lo femenino: la princesa que debe ser rescatada tras despojarla de su dragón (la consciencia de la madre original).
Marte comenzó un ciclo chamánico nuevo en ARIES su casa, para abrir un fuego nuevo en lo masculino: se abre en nuestra historia, cuerpo y memoria la necesidad urgente de mirar cómo danzamos entre nuestras energías masculina y femenina, ¿son saludables? ¿están en desequilibrio? ¿cómo se expresan estos desequilibrios o heridas?
Herida en mi energía femenina:
No acciono. Evoco el pensamiento de que "el universo proveerá" pero no creo un plan de acción para manifestar y enfocarme.
Soy agresivo-pasiv@ en mis relaciones: Niego estar enojada, luego provoco algo que castigue a esa persona con quien me siento enfada ("cometo errores", "me olvido de cosas", "le dejo de hablar").
Creo una caricatura de mi espiritualidad permitiendo en nombre de "mi feminidad sagrada" que otros invadan mi espacio o falten el respeto a valores centrales en mi vida.
Sueño mucho, concreto poco. Siento que alguien o algo vendrá a rescatarme (el gobierno, una amiga, un colectivo, una técnica milagrosa)
Herida en mi energía masculina:
Acciono todo el tiempo hasta sentirme exhaust@. Siento que para ser necesito hacer, tener, producir, no descansar.
Intento controlarlo todo en mi creencia de que sólo así todo estará bien; esto me conduce a espirales de cansancio severo.
Soy aguerrida en el sentido de buscar competencia con tod@s, veo potencialmente en cada mujer alguien que puede lastimarme.
No creo en mi intuición, no me permito ser apoyada, ni vulnerable; juzgo a los demás (sobre todo a las mujeres). En secreto me gustaría que ocuparan roles sumisos, de los que yo me quiero escapar.
Estamos frente a la oportunidad de integrar una energía masculina saludable, encontrar nuestra historia con papá en la memoria del cuerpo (no lo que verbalizó mamá), nuestro hilo sagrado con los varones del linaje, la sanación de la violencia que nos ha sido heredada y que muchas veces, tan normalizada está que no notamos cuánto nos impide ir hacia nuevas estructuras desde el gozo, la libertad, y la belleza (¿Te suena, verdad?)
La Mujer Lunar
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