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El camino del Guerrero Luminoso

Exploramos las cuatro prácticas del camino del Guerrero Luminoso: La Práctica del Coraje, La Práctica del No Hacer, La Práctica de la Certeza y La Práctica del No Coludir. Tómate un tiempo para reflexionar profundamente sobre cada práctica y sobre cómo podría cambiar tu vida.



El Coraje. Vivir sin miedo es practicar activamente la paz y la no violencia, incluso cuando parece que nos amenazan. Esto no significa que no nos protejamos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos, sino que no respondemos desde la ira o la violencia. Nuestra propensión a las soluciones violentas está arraigada en nuestro cerebro, que está conectado de una forma muy extraña. La región del cerebro donde experimentamos las sensaciones de placer está muy cerca del centro donde experimentamos la violencia, así que cuando estimulamos una de estas zonas del cerebro, a menudo acabamos estimulando la otra. La razón por la que el coraje nos permite ir más allá de la violencia es porque ésta tiene sus raíces en el miedo: a ser rechazado, a que se aprovechen de nosotros, a ser ridiculizados, a ser herido, etcétera. Practicar la intrepidez requiere que nos acerquemos a las personas y a las situaciones con amor, para que los demás también puedan soltar su aprensión y su propensión a la violencia.


No hacer. Practicamos el no-hacer para sumergirnos en el fluir del universo, recibiendo y trabajando con las oportunidades que se nos presentan, en lugar de luchar para que todo y todos sigan nuestro deseo. En Occidente, creemos erróneamente que la única manera de resolver los problemas y hacer las cosas es trabajar duro. Hay cosas que todos tenemos que hacer para sobrevivir y mantener vivas nuestras comunidades. Pero no hace falta que nos instalemos en el “reino del hacer” y nos dejamos poseer por nuestras obligaciones y nuestros logros. Nuestro ajetreo constante nos facilita evitar ocuparnos de nuestras emociones. Cuando hacemos una pausa y percibimos lo que sentimos, podemos estar abiertos a que la mano del Espíritu nos toque en ese mismo instante.


Certeza. Practicar la certeza es tener un compromiso inquebrantable con el rumbo que has elegido. Es decir, dejar a un lado la preocupación de estar cometiendo un error o de no ser lo suficientemente “bueno”, delgado, rico o joven para emprender un nuevo camino. Certeza significa que elegimos deliberadamente no dejarnos ninguna “escapatoria” que nos permita mantener un pie en la nueva vía mientras mantenemos el otro pie en la puerta de salida. Las puertas traseras fugan energía que de otro modo podría estar disponible para cumplir tus sueños. En ellas te acecha el miedo, y conducen a profecías autocumplidas de fracaso y derrota.


No Coludir. Cuando practicas el no coludir, eliges deliberadamente no participar en batallas, sobre todo en aquellas en las que el adversario define los conflictos. Que alguien tenga ganas de pelea, de crear un drama que le permita sentirse un noble salvador o una víctima, no significa que tengas que seguirle el juego. Así que, si decides entrar en una discusión, sé consciente de que lo haces por deporte, argumentar porque te divierte, no porque vaya a permitirte vencer a tu adversario de turno o darte la razón. La pregunta es: ¿quieres demostrar que “tienes razón” o quieres conectar con tu oponente y encontrar puntos en común? ¿Quieres perpetuar y mantener tu punto de vista, o quieres resolver un problema?


¿Qué has aprendido sobre el Camino del Guerrero Luminoso?



Alberto Villoldo, Ph.D. Las Cuatro Revelaciones: Sabiduría, Poder y Gracia de los Guardianes de la Tierra

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