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¿Debe importarte lo que los demás piensen de ti?

¿Debería importarnos lo que los demás piensen de nosotros?


Para la mayoría de nosotros, nuestro nivel de atención no es el problema, es más bien nuestra preocupación y miedo lo que se interpone.


Preocuparse por lo que los demás piensan de nosotros implica un cierto nivel de apertura y comprensión, sin embargo, cuando nos dejamos llevar por las opiniones de los demás, es más bien porque tenemos miedo o nos preocupa no ser aceptados, no gustar o no ser comprendidos.


No nos puede importar lo que piensen los demás hasta el punto de cambiar nuestra verdad y nuestro comportamiento de forma que nos distraiga de lo que realmente somos. Pero, al mismo tiempo, tampoco debemos dejar de preocuparnos hasta el punto de que nuestro ego tome el control y nos volvamos cerrados a los puntos de vista de los demás.


Como afirma la autora Brene Brown:


"Cuando dejamos de preocuparnos por lo que piensa la gente, perdemos nuestra capacidad de conexión. Cuando nos definimos por lo que piensa la gente, perdemos nuestra disposición a ser vulnerables. Si desechamos todas las críticas, nos perdemos una retroalimentación importante, pero si nos sometemos al odio, nuestro espíritu se aplasta".

Entonces, ¿cómo podemos aprender a equilibrar esta idea de estar abiertos a las opiniones de los demás sin dejar que nos definan o nos separen de nuestro auténtico ser?


No tengo todas las respuestas, pero aquí hay algunos consejos para ayudarte a empezar:


1.) Acéptate primero a ti mismo

Si no te aceptas a ti mismo va a ser muy difícil que te sientas aceptado por los demás. La falta de autoaceptación también significa que es más probable que busques la aceptación en los demás, lo que te lleva a preocuparte demasiado por lo que piensan de ti.


Cuando luchas por hacer las paces con lo que eres, también te vuelves más susceptible a las opiniones de los demás. Todos hemos oído el dicho de que cuando no defiendes nada, caes en todo, y ese mismo sentimiento se aplica aquí.


Quererte y aceptarte a ti mismo no te hace inmune a las opiniones hirientes de los demás, pero sí te ayuda a seguir confiando en quién eres y en lo que defiendes.


2.) Practicar el no apego

Cuanto más busquemos la aprobación y la admiración de los demás o nos encontremos excesivamente eufóricos cuando alguien nos elogie, más probable será que nos encontremos aplastados cuando llegue una opinión negativa.


Para encontrar el equilibrio con esto, practicar el no-apego puede ayudar. Hay una famosa historia de un monje que fue acusado de algo que no hizo. La gente se enfadó con él y compartió abiertamente sus opiniones. A todo esto, el monje se limitó a responder: "es así". No se dejó arrastrar por los comentarios ni sintió la necesidad de defenderse, sino que se limitó a repetir la frase: "es así". Finalmente, la verdad se reveló y la gente empezó a disculparse con el monje. Pero a todas las disculpas, él se limitó a responder: "¡es así!".


No es necesario que copiemos este ejemplo con exactitud, pero hay cosas que podemos extraer de él. El monje fue capaz de desprenderse de las opiniones de los demás y, conociendo su propia verdad, pudo sentarse cómodamente en paz consigo mismo. También fue capaz de comprender que todo es temporal, incluso las opiniones de la gente.


El desapego significa realmente que asumimos la responsabilidad de nuestro propio bienestar en lugar de dejarnos arrastrar o enredar por las palabras o acciones caóticas de los demás.


Aprender a hacerlo requiere mucha práctica. Pero cosas como la meditación y las prácticas de amor propio pueden ayudar.


3.) Manejar las críticas de forma constructiva

Si respiras, lo más probable es que en algún momento te encuentres con la crítica de alguien.


Cuando nos encontremos con una opinión o un comentario crítico de alguien, lo conozcamos o no, hay algunos pasos que puedes seguir


  • Compruebe usted mismo: ¿hay algo de verdad en lo que se ha dicho?

  • Mira si puedes sacar algo constructivo de lo que se ha dicho.

  • Si es necesario, asume la responsabilidad y reconoce dónde podrías haberlo hecho mejor.

  • Deja pasar el resto.

Esto es más fácil de decir que de hacer, pero es un buen plan para saber cómo manejar las críticas y los comentarios negativos de los demás.


Recuerda que no tenemos control sobre lo que la gente nos dice, pero sí tenemos control sobre cómo decidimos manejarlo.


4.) Está bien admitir que te importa

Por muy duros que seamos, las opiniones de los demás no sólo pueden herirnos sino enredarnos en la ansiedad, la ira e incluso el victimismo.


Cuando esto sucede, podemos encontrarnos obsesionados y sentirnos culpables por preocuparnos tanto, o bien, desentendernos y fingir que no nos importa en absoluto.


Ninguno de los dos estados nos va a ayudar. Por el contrario, sólo va a construir muros alrededor de nuestros corazones o enviarnos a un exceso de ansiedad y frustración.


Cuando esto sucede, tenemos que asumir lo que sentimos y el hecho de que nos importa, incluso si nos hace sentir culpables, vergonzosos o tontos.


Una vez que tengas claro cómo te sientes, permítete sentarte en cada emoción una por una. Siente la rabia, siente el dolor, siente el malestar, permite que recorra tu cuerpo, permítete abrazarlo completamente; respira a través de él hasta que no puedas sentir más la emoción.


Esta práctica de dejarse llevar por las emociones puede ser muy terapéutica. En la mayoría de los casos, cuando permites la emoción en lugar de bloquearla, ésta dura unos segundos y luego se disipa definitivamente. Puede que tengas que repetir este ejercicio unas cuantas veces y utilizarlo junto con otras prácticas de autoayuda como el asesoramiento y el diario, pero es increíble lo bien que se puede sentir y el poder que se le quita a estas emociones cuando simplemente te permites sentirlas.


5.) Las opiniones se refieren más a las personas que las hicieron

Es natural y normal sentirse provocado por lo que otras personas dicen y piensan de nosotros, pero al final del día, no es nuestro equipaje el que debemos cargar.


Cuando alguien te juzga en exceso o dice algo hiriente, suele ser porque se juzga o está enfadado consigo mismo. Muy a menudo, estas personas están luchando con sus propios problemas y, como mecanismo de afrontamiento, arremeten contra los demás o los menosprecian.


Las personas con un nivel razonable de conciencia son más propensas a enfrentarse a las situaciones de forma madura y comprensiva, con el objetivo de resolverlas en lugar de juzgarlas u ofrecer una opinión dura.


Si recordamos esto, nos permite reconocer y ver que cuando alguien arremete, critica duramente o es súper sentencioso, se trata más bien de sus propias luchas.


"Lo que los demás piensen de ti no es asunto tuyo. Si empiezas a hacer de ese asunto tu negocio, te sentirás ofendido el resto de tu vida" - Deepak Chopra

6.) Ofrecer retroalimentación

Ya sabes cómo te hace sentir que alguien comparta contigo una opinión que no era necesaria o que te parece fuera de lugar, así que intenta no hacer lo mismo con otra persona.


No juzgar a los demás ni sentir la necesidad de etiquetarlos o de etiquetar sus acciones es una de las mejores maneras de lograr una mayor autoaceptación en tu propia vida. También puede ayudar a mejorar tus relaciones y la forma de comunicarte con los demás.


Y, si te encuentras en una situación en la que necesitas ofrecer algún comentario u opinión, ponte en el lugar de la otra persona: si fueras tú, ¿qué te gustaría escuchar?


También puedes poner en práctica la muy útil regla de: ¡no ofrezcas tu consejo u opinión a menos que te lo pidan!


7.) No te fijes, fluye

Es normal preocuparse por lo que la gente piensa de nosotros, pero aprender a no obsesionarse con las opiniones de los demás puede ser muy liberador.


No estamos aquí para competir o comparar con los demás, estamos aquí para nuestro propio viaje y cada uno de nosotros tiene una chispa individual que necesitamos explorar.


Es muy difícil no preocuparse por ciertas cosas, pero cuando nos damos permiso para hacerlo, puede ser liberador y la vida puede ser más agradable.


En lugar de preocuparte tanto por la vida y por todo lo que sucede o no sucede, acércate a la vida como una ola que te envuelve. En lugar de absorberla o ahogarte en ella, cabalga con ella. Dejas que fluya donde sea necesario, dejas que te lleve donde sea necesario. Cuando adoptas este enfoque de la vida, dejas de preocuparte demasiado o por las cosas equivocadas.


Y, al final del día, la única opinión sobre ti mismo que importa es la tuya.







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