Atapa Snana es la frase yóguica de la ciencia curativa de los baños de sol. Los antiguos yoguis y muchas otras culturas indígenas sabían cómo usar el sol para curar todo tipo de enfermedades y ayudar a limpiar la sangre de varios contaminantes y microorganismos.
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En Occidente también tenemos una historia de uso de la terapia de luz solar que se remonta a los antiguos griegos, ¡se llamaba heliosis! Una cantidad moderada de exposición al sol (15-20 minutos) es increíblemente saludable para su bienestar físico y mental. De hecho, la luz del sol es lo suficientemente fuerte como para matar las bacterias malas: los soldados alemanes después de la Primera Guerra Mundial conocieron los descubrimientos que había hecho en 1903 el ganador del Premio Nobel, Niels Finsen, y utilizaron la luz solar para desinfectar y curar heridas.
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La luz solar también penetra profundamente en la piel para limpiar la sangre y los vasos sanguíneos. La literatura médica publicada en Europa mostró que las personas con aterosclerosis (arterias endurecidas) mejoraron con la exposición al sol.
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A menudo se dice que el sol causa cáncer, pero el sol no causa cáncer. Hay personas en los países de Oriente Medio y África que reciben mucha más luz solar que nosotros y no presentan síntomas de cáncer de piel. Una de las principales razones por las que tenemos más cáncer de piel en los Estados Unidos que en cualquier otro lugar son los productos químicos que aplicamos a nuestra piel, desde el maquillaje hasta diferentes tipos de humectantes, incluso los protectores solares.
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Hoy en día, muchos de los protectores solares tienen sustancias químicas tóxicas que bloquean la vitamina D y, de hecho, pueden provocar enfermedades. Además, el protector solar no protege contra el cáncer. Así que si quieres tomar el sol, ponte una manta si te preocupa quemarte; otra opción sería seguir adelante y usar un protector solar natural que contenga óxido de zinc, no materiales falsos y dañinos.

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