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Adiós Planeta Escuela


Hay una franja de la humanidad que el 11-11-22, ha abierto una gran brecha, un nuevo camino, para que una inmensa minoría deje de ser la humanidad de prueba y diga ADIOS al planeta como su lugar de escuela.


Esta humanidad, para la cual el planeta ya no será más su escuela, comienza a vivir en el reino, el Edén, la fuente, el origen. Para muchos de nosotros, el 11-11, se marcó un cambio vibracional en nuestro ADN y ya no vivimos más en aquel planeta escuela que hace miles de años nos viene recibiendo una y otra vez con el fin de recuperar nuestro propio diseño divino. Para muchos, el planeta ya no es un escenario de aprendizaje y, en cambio, pasa a ser a nivel celular, el escenario donde volcar nuestra auto maestría, el ser cósmico que somos, el diseño divino que portamos desde el origen.

Este nuevo escenario es como el arquetipo del signo que rige esta nueva era que es Acuario, en donde podemos observar a un hombre, llamado “El aguador” que vuelca su sabiduría en las ondas existenciales en donde él también reside.

Para una gran mayoría de la humanidad, el planeta seguirá siendo su escuela evolutiva y, poco a poco muchos irán cruzando sus propios abismos, sus programaciones mentales, su ADN hibridado, su soberbia, para transformarse en la nueva línea de tiempo, el tiempo real, aquel principio que siempre fue, es y será, el alfa y el omega.


Este 11-11 se definió un nuevo camino, con mucha contundencia y anclaje en la tierra. Esta definición es la que permitió que un nuevo sendero se abra, en donde queda testimonio vivo de una línea definida, con raíces que irán creciendo cada vez más. Para esta inmensa minoría de humanidad el planeta ya no es más un escenario de escuela, en cambio, es el fractal de la fuente primigenia, el símil del origen sagrado, el Edén, la tierra prometida.


Hay una promesa que las almas viejas nos hicimos a nosotros mismos antes de volver: Nos prometidos regresar a casa, ser el que siempre fuimos. HOY somos ese cuerpo de unidad con el cuerpo de la gran madre Gaia.

El tiempo para esta pequeña pero inmensa minoría es un tiempo de gozo, de gracia divina, en donde ya no hay nada que aprender, es el tiempo del SER. Comienzan a bajar todas las capas del programa maestro original y poco a poco se van plasmando para producir un recuerdo mayor del que hasta aquí tuvimos, se enraíza el origen estelar que ya está impreso en las neuronas de Madre Gaia, nos convertimos en un tesoro único, valioso, imposible de valuar.


Y esto no quiere decir que la otra franja de la humanidad que seguirá en el mismo cuerpo, pero viviéndolo como una escuela, no lo sea, todos somos valiosos, pero hasta tanto esa franja no asimile su pasado y lo cierre en luz, no podrá despertar en sí misma el sentido de ese tesoro.


Algunos antes… otros después… todos pisaremos la nueva tierra, porque YA ES. Como me dijo el Maestro Jesús hace un tiempo: “Yo no me voy de acá hasta que el último habitante de este lugar no se convierta al diseño original”.


Disfrutemos del nuevo hogar, nuestra casa, y dejemos impregnado en sus espacios toda nuestra divinidad y el tesoro que somos.


Con amor,

Aripka Maia

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